martes, 22 de enero de 2008

Ranas a fuego lento

Prefacio.
Había una vez una rana que saltó dentro de una sartén. La sartén estaba completamente fría, ya que acababa de ser puesta al fuego. Otra rana le gritó desde el piso: "Rana, cuidado con la sartén que te vas a quemar", ya que en una ocasión previa, había caído sobre una sartén caliente. La Rana que estaba dentro de la sartén le dijo: "No seas exagerada, no está nada caliente". Y se quedó quietecita. El sartén se fue calentando muy lentamente, y eventualmente la raná se murió quemada. (Fue un desastre despegarla luego de la sartén).

Emigrar o no emigrar. Esa es la pregunta.

Comencemos por definir a un emigrante. Según la Real Academia Española, un emigrante es "una persona que se traslada de su propio país a otro, generalmente con el fin de trabajar en él de manera estable o temporal".

El asunto es que psicológicamente, la emigración no significa irse del país, significa irse de la patria. Veamos entonces la definición de patria: "Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos", o "Lugar, ciudad o país en que se ha nacido".

Si nos aferramos a la segunda definición, la más simplista de las dos, la patria es producto de la casualidad. Desde ese punto de vista, alejarse del punto donde uno nació no debería significar más que un mero movimiento geográfico. Sin embargo, si uno nació en el Amazonas y se viene a vivir a Caracas, no se vuelve antipatriótico ya que sigue dentro del mismo país, aunque la familia, la forma de vida y las costumbres estén lejos. Por lo tanto, la definición que realmente nos interesa es la primera.

Digamos que usted es venezolano. Nació y creció aquí, de padres venezolanos de pura cepa, se desayuna una arepa todos los días, come casabe en el almuerzo y de merienda come Galleta María mojada en cocacola. Ahí tiene los vínculos jurídicos (por la partida de nacimiento y el montón de deudas), los históricos (por el montón de familia que tiene que visitar todos los fines de semana), y evidentemente, los sentimentales (porque ama su arepa). Si usted se levanta todos los días, y sale a esa rutina diaria de trabajo contento (no digamos que va con una sonrisa en la cola, porque entonces lo que está es loco), y cuando llega a su casa está satisfecho de su día, y sus problemas son los problemas cotidianos de la vida que usted escogió, supongo que emigrar no será en lo absoluto una alternativa lógica para usted.

En la Venezuela de hoy en día, los problemas cotidianos de otrora han quedado descartados. Atrás quedaron los días en los que uno se preocupaba por nimiedades como su profesión, comprarse una mejor casa o un mejor carro, reunir para el viajecito de diciembre, remodelar ese bañito que tanto le disgusta. Antes la gente veía el pronóstico del tiempo antes de salir para decidir si se llevaba el paraguas. Ahora, hay que ver todo el noticiero para ver si se sale. Los continuos sobresaltos mantienen a todo el mundo estresado, saca la plata de aquí métela allá cambia a dólares pide un adelanto de la quincena compra los dólares de CADIVI ah no ya los quitaron devuelvela compra carne que se acaba haz la cola no dejes que te quiten la leche operativo para la cédula corre el pasaporte vale más que tu vida huevos corre amamos a la guerrilla guerra con Colombia...

Ahora, evaluemos el ineludible componente socio-político de este asunto.

Llegamos a Chávez y sus seguidores. Durante 10 años, los chavistas han sido consecuentes en su adoración por el presidente y sus políticas populistas/socialistas (yo lo abreviaría en pupulistas, pero esa es solo mi opinión). Con la excepción del Chávez radicalísimo del año pasado, del comunista acérrimo que apareció de pronto, la mayoría de los venezolanos están bastante satisfechos con la gestión de su presidente, aún después de los 10 años tan terribles que hemos vivido.

Luego tenemos a la oposición, que tiene curitas en los ojos y alcohol bajo las fosas nasales para no oler el desastre escatológico que implica tener una mayoría chavista en el país. Y para colmo de males, como oposición demócrata que son, están obligados a aceptar esa mayoría, aunque no se quieran dar cuenta.

He de confesar que hasta el año pasado yo tenía mis curitas, pero que en las elecciones me las arrancaron tan duro que perdí la mitad de mis pestañas, y ahora soy de la oposición, pero finalmente reconocí que el resto del país también tiene derecho a decidir su propio destino, para lo cual cito a El Bosco en su elocuente cuadro "El Jardín Las Delicias":



En consecuencia, me veo enfrentada con la pregunta: me quedo aquí para llegar a ser una rana bien cocida en un futuro no muy lejano, o me voy mientras sigo siendo rana término-medio?


Hace diez años en Venezuela había algo que no existe hoy: el derecho a decidir. Antes uno podía decidir cuando y como viajar. Donde invertir su dinero. Cuando hacer mercado y donde. Uno podía planificar el próximo año. Uno podía buscar trabajo en la industria petrolera. Uno podía trabajar en el gobierno sin implicaciones morales. Uno podía ver Radio Rochela. Antes, uno trabajaba y ahorraba muchísimo, y se compraba una casa aunque no tuvieras nada antes. Podías ir al centro a comprar las cosas más baratas. Se podía tener un negocio en San Cristóbal, sin pagar vacuna. O uno en Caracas, sin tener la certeza del secuestro. Se podía mandar a los hijos al colegio en paz. Antes se podía tener los vidrios del carro abajo de vez en cuando. Se podía hacer una empresa con cualquier fin, y no solo con un "fin social", y nadie te la podía quitar solo por que sí.

Poco a poco, hemos perdido estos derechos. Lentamente, nos han ido achicharrando de tal manera, que hasta nos parece bien que hayan quitado los dólares de las tarjetas de crédito, "porque la gente estaba abusando". ¿Vale recordarles que ese dinero es suyo y que usted debería tener el derecho de hacer con su dinero lo que le da la gana? ¿Hay que quitar todos los semáforos porque algunos se comen la luz?

Pues bien, ahí acaba mi dilema. Porque cuando salgo toda estresada del trabajo, cansada con ganas de irme a mi casa, y me tengo que enfrentar con la evolución nacional, cuando tengo que agarrar el doble de cola que antes porque algún desgraciado mandó a quitar el pico y placa, cuando la misma minoría me mira con odio porque quiero cruzar en mi semáforo, y cuando llego al supermercado y no hay leche, huevos, carne, pollo, cereal, mostaza, etc., y para más ñapa prendo la televisión y el individuo en cuestión está haciendo nuevamente el ridículo internacional, no estoy satisfecha, ni contenta, ni remotamente esperanzada, ni orgullosa de mi patria, ni nada por el estilo. Y de paso no puedo viajar. No puedo comprar nada porque no hay nada. No puedo ni salir de noche porque me pueden asesinar brutalmente. Ni salir a comer porque la inflación es espectacular. Y cuando pienso que es a propósito, y que la gente mal que bien, lo aprueba, me siento tan ajena a todo esto como una rana extraterrestre.

Se rompieron los vínculos.

Yo quiero hacer todas esas cosas que hacía antes y más, pero soy la minoría, y como dice el dicho: o me monto o me encaramo. Y como yo, primero muerta que socialista, me voy al primer imperio que me acepte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Con respecto al prefacio de la nota, efectivamente ese escrito es muy conocido, sin embargo, el símil aplicado no me cuadra mucho, ya que se ha hecho bastante para evitar morir quemados. Se que estas entre los que hicieron algo, y eso me hace sentir mas tranquilo.

¿Emigrar o no emigrar? Creo que la respuesta a esa pregunta es "depende". Si yo tuviese una oportunidad cierta de continuar mi vida en otro sitio, lo haría. Sin embargo, aventurarse a otras latitudes a ver como van las cosas, no creo que la decisión sea tan fácil.

En la definición de emigrante, efectivamente te indican que es "con el fin de trabajar en él de manera estable o temporal", por ende, eso indica "seguridad laboral".

La patria como tal, siempre seguirá siéndolo, a pesar de estar en otra parte. Por eso es que te comenté que me extrañó muchísimo el "llorar al tener que devolverte a tu patria", cosa que no dudé en comentarte.

Por ende efectivamente la definición importante es la primera.

Yo no veo, particularmente, la situación tan negra como la ves tu. Yo no veo el noticiero para ver si salgo, y el resto de los puntos que indicas, como los dólares de CADIVI, los rollos con Colombia y la falta de productos son situaciones en realidad recientes.

Lo que hagan los chavistas me tiene sin cuidado, sin embargo debes ver que algo en realidad sucedió en el país cuando el NO ganó. Aún el CNE no ha dado resultados finales, y un gentío dice que los números no cuadran. ¿Que pasó con los chavistas? ¿Los chinos no pudieron viajar a Venezuela a votar? Tienes que ver que algo está pasando.

Hoy día, la cantidad de manifestaciones que se ven, son mayores, y de gente descontenta por lo que está pasando. Eso, al menos a mi, me da un "pequeño soplo de aire fresco", el cual espero vaya aumentando poco a poco.

Yo pienso que la división de Chavismo y Oposición en este punto debe ser debatida. ¿Los chavistas no son venezolanos? ¿Los de oposicion no son venezolanos? Creo que ya muchos ojos se han abierto.


La oposición tiene que dejar de pensar que es minoría, ya que si hablamos de Venezolanos, esto incluiría a esa "mayoría chavista" de la que hablas.

El punto es demostrar con claridad las fallas que existen y dirigir la culpa a quien REALMENTE la tiene, que no es USA, ni la oposición ni los medios, sino la INEFICIENCIA DEL ESTADO y la FALTA DE PLANIFICACION que tienen los que están en el poder.

Si se quedan o se van, es una decisión personalísima, en la cual no hay opinión mas, que la de ustedes dos.

Mi deseo es el contrario a lo que tienen planteado, y me duele decirlo porque siempre he querido apoyarlos en todo lo que hacen, deciden y piensan, mas allá de mi cordura.

La situación del país es fea, y si tienen oportunidad de emigrar, con seguridad que sus vidas van a ser mejor, yo los llevo al aeropuerto para un último abrazo en meses o años.

Solo el tiempo dirá si la sartén iba a quedarse prendida o no.

LQM

Heishiro